jueves, 23 de mayo de 2013

Me lo dijo un pájaro. Comentarios sobre La vocación del pájaro de Luz Marina Almarza

Recuerdo una vez que visité a Luz Marina Almarza y le comentaba
que su poesía me recordaba ese inolvidable pasaje de Octavio Paz en “El Arco y la Lira” la consagración del instante, precisamente porque es la forma en que mejor defino su poética. Consagración del instante por lo efímero, instante por lo fugaz, instante hondo, genuino y gerundio eterno de su experiencia con el mundo. Su publicación más reciente: “La vocación del pájaro” premio de la Bienal de literatura Orlando Araujo, editado por la Fundación editorial el Perro y la Rana imprenta regional Barinas; conjuga solamente en su nombre la luminosidad necesaria para seguir encaminándonos a través de su obra; un transitar entre la religiosidad y su continuo develar de los elementos formadores de la naturaleza y su propio interior humano. Cada libro de Luz Marina es una obra plenamente lograda, fracción ineludible del discurso de una  voz imprescindible de la poética venezolana.

No dejando espacios para arbitrariedades cada uno de sus libros es preciso y cuenta de un largo collar bibliográfico. No más al encontrarnos con los primeros poemas estallan una serie de imágenes, que gentilmente nos comparte para no quedarse ella sola con tanto universo junto:

Turbado por lo efímero
cantando una tonada
en vez de sufrir.
Hay recuerdos que permanecen,
otros
apenas
se divisan
en la ranura del horizonte

***

En la imposibilidad
de regresar a la infancia
ves el paso de los años
en la piel,
en los huesos,
en el discurso parco,
pasando al otro lado
del río
que adelgaza
como una serpiente

Percibimos ese golpe del instante como palabra necesaria para espantar lo que nos agrede, el instante que nos lleva del pasado al presente, para ahuyentar lo que nos lanza hacia una soledad que es necesaria para cantar la experiencia del vivir, de un momento a otro silenciada por los rastros que configuran el espacio, en otros grita y se anida en cada ranura, permanencia que nos escruta, nos asombra, nos llama para atender el oficio; en el caso de Almarza su oficio de poeta. “La vocación del pájaro” es la certeza del oficio, su vocación, el destino que ha asumido Luz Marina; así como el pájaro ha nacido para volar, ella ha nacido para escribir:

La vocación del pájaro
es el vuelo,
la semilla,
producir fruto;
del agua,
es lavarse los ojos,
y regresar al cauce del riahuelo.

No podemos pasar por alto las revelaciones telúricas constantes de su poética, la naturaleza es objeto que nos refleja la condición humana que no cabe en su asombro, esa boca, esa herida abierta ante el mundo, como dice Leonardo Ruiz la ingrimitud, el deslumbramiento del vivir:

Mirando
esta tierra reseca
muerta de sed
recostada en el muro.
La nostalgia transcurre
sin escampar
sin nadie
donde apoyarse.
La inclemencia
de los años
empieza a herirnos
en la frente.

Como oración su voz nos escruta, voz que examina cuidadosamente:

¿Quién contesta
cuando nos preguntamos
quiénes somos?

Se encuentran en este poemario versos de gran trascendencia del espíritu, espíritu que observa, espíritu que medita y es deslumbrado en ráfagas de instantes. La invitación es para que nos descubramos y vivamos nuestra vocación de sentir, a través de La vocación del pájaro de Luz Marina Almarza , una guía para palpar la esencia de una poesía que nos acerca a nuestra humanidad, humanidad que rechazamos al momento de querer dejar de sentir, dejar de palpar, descalzarnos ante la tierra y todo lo que tiene que decir de nosotros mismos a través de ella.

Miguel Antonio Guevara
Aprendiz de Francotirador

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